“Esta es la historia de cómo la tostadora y yo nos volvimos inseparables. Siempre quise una tostadora roja como la de las películas, pero al comprarla quedó como pieza de museo en un rincón de la cocina.
Entre más tiempo pasaba menos me imaginaba usándola, hasta que llegó marzo y con él, la cuarentena. El hecho de no poder salir me generó ansiedad, en ese momento sentí que alguien me miraba fijamente. Con sorpresa vi que era la tostadora roja, me acerqué y sin pensarlo puse un pan: el olor de la tostada me hizo sentir feliz y tan a gusto que la ansiedad se fue.
Así que al otro día no solo hice una tostada sino dos. A medida que la cuarentena pasaba la tostadora y yo nos volvíamos más cercanas y hasta el día de hoy, no pasa un día sin que la use”.
Silvie Tarazona
Artista: Ana María Villa, Mesa Distrital